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miércoles, 16 de octubre de 2013

Operación Urano;el cerco del VI Ejercito aleman.

El plan para la operación Urano, la gran contraofensiva soviética contra el VI ejército,tuvo una gestación insólitamente larga
, si uno considera la desastrosa impaciencia de Stalin del anterior invierno.Pero esta vez su deseo de venganza contribuyó a controlar su impetuosidad.La idea original se remontaba al sábado 12 de septiembre, el día en que Paulus se encontró con Hitler en Vinnitsa, y en el que Zhukov fue llamado al Kremlin después de los fallidos ataques contra el flanco norte de Paulus. Vasilevski, el jefe del estado mayor general, estaba también presente. Allí, en el despacho de Stalin, rodeado por los retratos recién colgados de Alexandr Suvorov, el azote de los turcos en el siglo XVIII, y el de Mijail Kutuzov, el empecinado adversario de Napoleón, se le hizo explicar a Zhukov otra vez qué había ido mal. Él se concentró en el hecho de que los tres ejércitos con menos fuerza combativa enviados al ataque habían carecido de artillería y tanques.Stalin exigió saber los que era necesario. Zhukov replicó que deberían conseguir otro ejército con la fuerza combativa, apoyado por un cuerpo de tanques, tres brigadas blindadas y al menos 400 obuses, todo respaldado por un ejército de aviación.Vasilevski estuvo de acuerdo. Stalin no dijo nada. Alzó el mapa marcado con las reservas de la Stavka y comenzó a estudiarlo solo. Zhukov y Vasilevski se retiraron a un rincón del salón. Murmuraron entre sí, hablando del problema. Coincidían en que debía encontrarse otra solución.Stalin poseía un oído más agudo del que ellos pensaban. «¿Y qué –dijo- significa “otra” solución?». Los dos generales se sorprendieron. «Vayan al estado mayor general–les dijo- y reflexionen con mucho cuidado qué debe hacerse efectivamente en el área de Stalingrado».Zhukov y Vasilevski regresaron la noche siguiente. Stalin no perdió el tiempo.Para su sorpresa recibió a los dos generales con un apretón de manos formal.- Bueno, ¿qué traen ustedes? –preguntó-. ¿Quién hace el informe?- Cualquiera –replicó Vasilevski-. Somos de la misma opinión.Los dos generales habían pasado el día en la Stavka, estudiando las posibilidades y la proyectada creación de los nuevos ejércitos y cuerpos blindados para los meses siguientes. Cuanto más miraban el mapa del saliente alemán, con los dos flancos vulnerables, más se convencían de que la única solución digna de considerar era una que «variara la situación estratégica en el sur de modo decisivo».Entonces,mientras los alemanes se centraban enteramente en capturar la ciudad, la Stavka reuniría secretamente nuevos ejércitos detrás de las líneas para un gran cerco, utilizando profundas acometidas más allá de la punta del vértice.El plan de la operación Urano era simple, aunque audazmente ambicioso en su enfoque.El principal asalto, a más de 160 km al oeste de Stalingrado, sería lanzado hacia el sudeste desde la cabeza de puente de Serafimovich, un tramo de 65 km al sur del Don que el 3ª ejército rumano no había podido ocupar. Este



punto de ataque estaba tan lejos en la retaguardia del VI ejército que las fuerzas motorizadas alemanas alrededor de Stalingrado no podrían regresar a tiempo para alterar el resultado. Entre tanto, un ataque interior proyectado desde otra cabeza de puente al sur del Don, en Kletskaia, tras atacarla retaguardia del XI cuerpo del ejército de Strecker, se extendería a través de los meandros mayores y menores del Don. Finalmente, desde el sur de Stalingrado, otra ofensiva acorazada atacaría hacia el noroeste para coincidir con el principal ataque alrededor de Kalach. Esto marcaría el cerco del VI ejército de Paulus y parte del 4º ejército blindado de Hoth.Sin embargo,el general Victor Volski,cuyo 4º Cuerpo Blindado debia desempeñar un papel en el flanco derecho de la punta de lanza sur de la ofensiva,tenia serias dudas respecto al éxito de la operación. Había escrito a Stalin sobre sus dudas,aduciendo la falta de tropas y material adecuado.El dictador ordeno presentarse en Moscu a Zhukov y Vasilevski para discutir,hasta que estos dos lo convencieron.Sin embargo,Stalin ya tenia con que excusarse si la maniobra terminaba en fracaso. En conjunto un 60 por 100 del total de las fuerzas de tanques del Ejército Rojo estaba dedicado a la operación Urano.En los frentes de los tres «ejes de Stalingrado», se habían concentrado más de un millón de hombres. El general Smirnov, jefe de los servicios médicos, tenía 119 hospitales de campaña con 62.000 camas listas para las bajas. Se dieron las órdenes tres horas antes del ataque. Se dijo a las unidades del Ejército Rojo que debían hacer un ataque en profundidad contra la retaguardia del enemigo. No se mencionó el cerco. Las tropas estaban intensamente exaltadas al pensar que los alemanes no sabían lo que estaba a punto de suceder. Comenzaba la revancha... Los vehículos fueron examinados una y otra vez. Les esperaban grandes distancias.El 18 de Noviembre,los observadores rumanos habían empezado a telefonear informando que se oían centenares de motores de carros enemigos y del movimiento de piezas de artillería a lo largo de las carreteras que llevaban a las cabezas de puente de Serafimovich y Klatskaia.Estos avisos cayeron en oidos sordos.En la víspera de la batalla, los alemanes no se daban cuenta de que el día siguiente sería muy diferente. El informe diario del VI ejército era breve: «En todo el frente, no hay cambios importantes. El hielo acumulado en el Volga es más débil que ayer». Apenas pasadas las cinco de la madrugada del jueves 19 de noviembre, sonó el teléfono en el VI ejército.La llamada era del teniente Gerhard Stöck.Su mensaje quedó archivado en el diario de guerra: «Según la declaración de un oficial ruso capturado en el área de la 1ª división de caballería rumana, el ataque esperado debería comenzar hoy a las cinco de la madrugada en punto». Puesto que no había otro signo del inicio de la ofensiva, y eran ya más de las cinco, el oficial de guardia no despertó al jefe del estado mayor del ejército.En realidad, durante toda la noche, los zapadores, soviéticos con sus trajes de camuflaje blanco, habían estado avanzando a gatas en la nieve, transportando minas anticarros. La artillería y las baterías de morteros rusos concentrados cargaron a las 7.20 horas rusa, 5.20 hora alemana, al recibir la contraseña «Sirena».El cuartel general del frente consideró un nuevo aplazamiento, debido a la mala visibilidad, pero se decidió por lo opuesto. Diez minutos más tarde, los regimientos de cañones, obuses y Katiushas recibieron la orden de prepararse para disparar. La señal fue dada por trompetas, que fueron claramente oídas por las tropas rumanas al frente.Behr no dudó en despertar al general Schmidt esta vez.En los dos principales sectores escogidos para la ofensiva del norte, más de 3.500 cañones y morteros pesados se habían concentrado en abrir una ruta para el paso de una docena de divisiones de infantería, tres cuerpos de tanques y dos de caballería.El suelo comenzó a temblar como en un terremoto de baja intensidad.Los soldados rusos en los frentes del Don y Stalingrado también escucharon el distante rugir de la artillería, y preguntaron a los oficiales qué estaba ocurriendo. Los comandantes tuvieron que responder: «No sé».La ciudad seguía sumida en su familiar atmósfera de explosiones y balas trazadoras, con que se atacaban unos a otros a través del cielo oscurecido.Al borde del Volga,la atrapada 138º división del coronel Liudnikov aun se aferraba a su "isla" bajo los riscos detrás de la fabrica de cañones Barricada.La obsesión con el secreto era tan grande que no se hizo ningún anuncio hasta que el resultado de la batalla estuvo total y realmente decidido.Stalin, en su discurso de doce días antes, en el vigésimo quinto aniversario de la Revolución, había insinuado vagamente que habría un gran contraataque diciendo: «Habrá también una fiesta en nuestra calle».Después de una hora, las divisiones de fusileros soviéticas, sin el apoyo de los tanques, avanzaron. Los cañones y las baterías de Katiushas, que todavía disparaban a ciegas, ampliaron su alcance para golpear la segunda línea rumana y su artillería. La mal equipada infantería rumana, aunque sacudida por el fuerte bombardeo, se enderezó en sus trincheras y luchó con bravura. «El ataque fue rechazado», informó un oficial alemán que estaba con la 13ª división de infantería rumana. Un segundo asalto, esta vez con el apoyo de los tanques, también fue rechazado. Finalmente, después de otra tanda de bombardeos, los cañones soviéticos dejaron abruptamente de disparar. La niebla hacía que el silencio pareciera más profundo... 
Entonces, los rumanos oyeron el ruido de los motores de los tanques.La masiva preparación de la artillería, que había revuelto la nieve y el barro en la tierra de nadie, no mejoró el trayecto para los T-34. También ocultó las rutas a través de los campos minados. Los zapadores, que iban en la parte trasera del segundo o tercer tanque, listos en caso de que el vehículo guía diera con una mina, pronto tenían que responder a la orden: «¡Zapadores, saltad!». Bajo el fuego de la infantería rumana,corrían a la vanguardia para abrir un ruta nueva.Los soldados rumanos resistieron valerosamente a varias oleadas de infantería soviética, y lograron eliminar una serie de tanques, pero careciendo de suficientes armas anticarros, estaban condenados. Varios grupos de tanques irrumpieron, luego atacaron por los flancos. Al no poder perder más tiempo con ataques de infantería, los generales soviéticos enviaron sus formaciones de blindados directamente a las líneas rumanas en masa, y las principales brechas se abrieron alrededor del mediodía. El 4º cuerpo de tanques y el 3ªcuerpo de guardias de caballería aplastaron al IV cuerpo rumano en el sector de Kletskaia, y se encaminaron al sur.Media hora más tarde, a unos 50 km al oeste, el 5º ejército de tanques del general Romanenko destruía las defensas del II cuerpo rumano. Las anchas orugas de los T-34 trituraron las alambradas de púas y demolieron las trincheras. El 8º cuerpo de caballería los siguió inmediatamente. Su misión era proteger su flanco derecho y ampliar el cerco hacia el oeste.El cuartel general del VI ejército no fue informado oficialmente de la ofensiva hasta las 9.45. La reacción en este punto indica que, aunque la amenaza fue tomada en serio, no fue realmente considerada letal. Los ataques en Stalingrado, incluso aquellos en que particularmente divisiones blindadas, no se detuvieron. A las 11.05, el general Von Sodenstern, el jefe del estado mayor del grupo de ejércitos B, telefoneó a Schmidt para informarle de que el XLVIII cuerpo blindado del general Heim había sido enviado al norte, a Bolshoi, para apoyar a los rumanos. (En realidad el cuerpo había estado avanzando hacia el sector de Kletskaia, cuando,
provocando la ira de Heim, las órdenes transmitidas por Hitler en Baviera habían dictado el cambio de dirección).Pese a los oficiales de enlace y a las nuevas líneas telefónicas que habían sido tendidas, se pasaba poca información detallada.A lo largo de todo el día,grupos de blindados soviéticos vagaron por la blanca estepa,atacando Cuarteles Generales,depósitos de suministros y centros de comunicación.Los informes alemanes de radio que llegaban a Golubinka localizaban a los soviéticos tanto a 60 Km al sur del Don,como a 75 Km al sudoeste del Don.La histeria comenzó a apoderarse de los alemanes.El primer indicio de que la situación podía ser mas peligrosa de lo que se había pensado antes no llegó sino hasta más de 2 hs después de la irrupción soviética. Llegaron las noticias de «un ataque enemigo blindado» (en efecto, el 4º cuerpo de tanques del mayor general Kravchenko) que había irrumpido a la derecha contra la 13ª división de infantería rumana y avanzó más de 10 km hasta Gromki. Las noticias habían ya sembrado el pánico entre varios cuarteles generales de la formación rumana: «cajas de archivos y equipaje personal» fueron metidos en camiones y su personal partió a toda prisa..A las 17 hs ,hora para la cual el 4º cuerpo de tanques de Kravchenko había avanzado más de 30 km, se ordenó al XI cuerpo del general Strecker formar una nueva línea de defensa orientada hacia el sur para proteger la retaguardia del VI ejército. Pero los comandantes alemanes, incluido Richthofen, todavía no sospechaban el objetivo del Ejército Rojo. «Ojalá –escribió- los rusos no alcancen la línea del ferrocarril, la principal vía para nuestros suministros». Todavía no podían imaginarse que los rusos estaban intentando un cerco completo del VI ejército.El aspecto más sorprendente de los acontecimientos de ese día era la falta de reacción del general Paulus. No se hizo nada para traer combustible ni municiones para abastecer sus vehículos.Puesto que los ataques soviéticos tenían lugar en la retaguardia del VI ejército, y fuera del área de su responsabilidad, Paulus había esperado órdenes superiores. El grupo de ejércitos B, entretanto, debía reaccionar ante las órdenes transmitidas por el Führer desde Berchtesgaden.La tarea de informar al Führer sobre el gran ataque soviético del 19 de noviembre recayó en el jefe del estado mayor del ejército, el general Zeitzler, que había
permanecido en Prusia Oriental. Hitler estaba en el Berghof, más allá de Berchtesgaden, que era donde había recibido noticias de la aceptación de Stalin del pacto nazi-soviético en agosto de 1939. En esa ocasión, había golpeado en la mesa con aire triunfal, para sorpresa de las damas de sus corte. «¡Los tengo! –había gritado saltando-. ¡Los tengo!». Esta vez su reacción parece haber sido de nerviosa furia La determinación de Hitler de controlar los acontecimientos había producido un desastroso inmovilismo cuando era necesaria la mayor rapidez. Nadie parece haberse parado a reexaminar las intenciones del enemigo. Al enviar el grueso del regimiento blindado del VI ejército al otro lado del Don a defender su flanco posterior izquierdo, se perdió toda flexibilidad.Habiendo dejado de organizar una fuerza mecanizada de asalto ante la ofensiva enemiga, continuó sin hacer nada.No fue sino hasta las diez en punto de esa noche –diecisiete horas después del inicio de la ofensiva- que el VI ejército recibió una orden firme del capitán general Von Weichs de interrumpir la lucha en Stalingrado.Las divisiones blindadas 16ª y 24ª se quedaron empantanadas en la lucha en las calles de Stalingrado desprovistas de muchas de sus unidades clave.Las unidades blindadas y motorizadas debían ser enviadas al oeste lo más rápidamente que fuera posible.Debido a la total falta de preparación para dicha eventualidad, esto no resultaría en absoluto rápido. El 62º ejército de Chuikov, como era de esperar, también lanzó fuertes ataques para impedir que los alemanes se retiraran.Como la Operación Urano se gesto en un gran secreto,pocos soldados soviéticos sabían de la gran ofensiva,los regimientos rusos en Stalingrado escuchaban las descargas de artillería en la mañana del 19 de noviembre a bastante más de 100 km al noroeste. Supusieron que el gran ataque había comenzado, pero nadie les decía lo que estaba ocurriendo.En el Cuartel General del VI Ejercito,Schmidt leía los últimos informes y trataba de calcular la extensión de la penetración soviética.En las primeras hs del 20 de Noviembre,tiritando a causa del frío,los soldados del Ejercito Rojo limpiaban de nuevo sus armas y se preparaban para un nuevo día de combates.En su Cuartel general,Yeremenko estaba indeciso a la hora de lanzar la tenaza soviética por el sur de Stalingrado;pensaba que el ataque debía posponerse hasta que las reservas alemanas se hubieran dirigido al norte para contener la tenaza soviética en el norte,ademas,esperaba un mejoramiento del clima;habia una espesa nibla,mezclada con nieve,que dificultaba la agrupación de los grupos de asalto y de los carros blindados,mientras los aviones permanecían impotentes en las pistas de aterrizaje.Pero la Stavka (Alto Mando) rechazo su petición.A las 10:00 hs,la artillería de Yeremenko comenzó a castigar al 4º Cuerpo Rumano.Tres cuarto de hora después, las fuerzas de tierra avanzaron por los corredores que habían despejado los zapadores a través de los campos minados durante la noche. Al sur de Beketovka, el 64º y el 57º ejércitos apoyaron el ataque del 13º cuerpo mecanizado. Cuarenta kilómetros más al sur, entre
los lagos Sarpa y Tsatsa, el 4º cuerpo mecanizado y el 4º cuerpo de caballería encabezaban el ataque del 51º ejército.El entusiasmo de casi todas las tropas atacantes era muy patente. Era visto como
un momento histórico. Para aquellos que participaron, fue el «día más feliz de toda la guerra». La patria violada estaba por fin siendo vengada, pero eran las divisiones rumanas, no las alemanas, las que soportaron lo más duro.Los prisioneros rumanos fueron organizados en columnas, pero antes de ser llevados a los campos, muchos –quizá incluso cientos- fueron ejecutados por soldados del Ejército Rojo por su cuenta. Hubo informes de cuerpos de oficiales soviéticos hallados mutilados en un cuartel general rumano. El derrumbe rumano se aceleró cuando las puntas de lanza soviéticas penetraron más profundamente. Pocas de las tropas de apoyo en la retaguardia habían sido entrenadas para combatir y los oficiales del estado mayor huyeron del cuartel general.Como consecuencia del avance de los tanques, escribió un periodista soviético, «el camino está sembrado de cadáveres enemigos; los cañones abandonados apuntan hacia el lado equivocado. Los caballos vagan por las balkas en busca de alimento, arrastrando tras ellos los ronzales desechos por el suelo; grises espirales de humo ondulan desde los camiones destruidos por las bombas; los cascos de acero, granadas de mano y cartuchos de fusiles llenan el camino». Grupos aislados de rumanos habían continuado resistiendo en sectores de la antigua línea del frente, pero las divisiones de fusileros soviéticos del 5º ejército de tanques y el 21º ejército pronto los aplastaron.La principal formación rumana que todavía luchaba eficazmente era el «grupo Lascar». Consistía en los restos del V cuerpo del ejército, reunido por el intrépido teniente general Mihail Lascar, cuando quedó aislado entre dos grandes ataques soviéticos acorazados. Lascar, que había recibido la Cruz de Hierro de Sebastopol, era uno de los pocos altos oficiales rumanos que los alemanes realmente respetaban.
Resistió suponiendo que el XLVIII cuerpo blindado vendría en su auxilio... Durante el curso de la mañana del 20 de Noviembre, Paulus y Schmidt recibieron una serie de desagradables sorpresas. Los diferentes mensajes apuntaban todos a la misma conclusión. El grupo de ejércitos B les advirtió que el flanco sur del VI ejército estaba amenazado ahora por dos lados.Paulus y Schmidt al fin reconocieron que el enemigo tenía
como objetivo un cerco total. Los ataques diagonales soviéticos, desde el noroeste y sudeste, tenían como blanco seguro Kalach y su puente.Temiendo por la ruptura de sus flacos,Paulus envió un comunicado dirigido al Grupo de Ejércitos B,recomendando la retirada del Volga y Stalingrado hacia posiciones situadas a mas de 150 Km,al sudoeste,en el curso del baja Don.A su ves,estos transmitieron el mensaje a Prusia Oriental, a la Guarida del Lobo.Hitler,tras recibir el mensaje de Paulus,respondió rápida y tajantemente que debía mantener su posición.Las desastrosas reacciones alemanas a la operación Urano se habían basado no sólo en la creencia de Hitler de que los rusos no tenían reservas, sino también en las arrogantes suposiciones de la mayoría de los generales. «Paulus y Schmidt habían esperado un ataque –explicaba un oficial en el cuartel general del VI ejército- pero no tamaño ataque. Era la primera vez que los rusos usaban loa tanques así». Incluso Richthofen admitió esto implícitamente cuando escribió que la ofensiva enemiga era «para él, una sorprendentemente exitosa incursión».Había pocas esperanzas de mantener posiciones esa tarde del 21 de noviembre. La acumulación de demoras del regimiento blindado de la 16ª división blindada había dejado una brecha bajo el XI cuerpo del ejército de Strecker y otros diversos grupos que intentaban formar una nueva línea de defensa.Por la noche,la temperatura descendió por debajo de cero.En una extensión de miles de Km,la estepa parecía muerta y desolada.Pero en la estepa había hombres;rumanos y alemanes vagaban con los pies helados desesperados a través de la nieve en pequeños grupos a través de la noche en busca de comida,refugio y protección.Kalach, el principal objetivo de los tres cuerpos de tanques soviéticos, era uno de los puntos más vulnerables de todos.No había una defensa organizada, sólo un conjunto mal avenido de subunidades, principalmente tropas de mantenimiento y suministro, un pequeño destacamento de Feldgendarmerie y una batería antiaérea de la Luftwaffe.Sólo un grupo de veinticinco hombres de la Organización Todt fueron asignados a la seguridad inmediata del puente, mientras que el batallón restante de las tropas de retaguardia permaneció en el pueblo del margen oriental.El general Rodin, comandante del 26º cuerpo de tanques, encargó la tarea de capturar el puente de Kalach al teniente coronel G. N. Filippov, comandante de la 19ª brigada de tanques. Al salir de Ostrov a medianoche, la columna de Filippov avanzó hacia el este, hasta Kalach, durante las primeras horas del 22 de noviembre.A las 6.15, dos tanques capturados y un vehículo de reconocimiento, con los faros encendidos para no despertar sospechas, pasó por el puente provisional sobre el Don y disparó contra los guardias. Otros dieciséis tanques soviéticos entretanto se habían hundido en la densa maleza de los altos de la orilla del río para cubrirlos. Era el punto desde donde los blindados alemanes habían avistado la ciudad el 2 de agosto.Varios tanques soviéticos fueron incendiados, pero la audacia de Filippov fue compensada. El destacamento que guardaba el puente fue desalojado, y suficientes tanques T-34 cruzaron el río para combatir los tardíos intentos de volar el puente. La infantería motorizada rusa apareció en los altos del Don, seguida de otro grupo de tanques. Siguieron dos ataques más, apoyados por la artillería y los morteros desde los altos del Don al otro lado del río. A media mañana, la infantería soviética irrumpió en la ciudad.El camino estaba abierto para la conexión al día siguiente entre los cuerpos de tanques 4º y 26º, que venían del flanco septentrional, y el 4º cuerpo mecanizado de Volski, que venía del sur de Stalingrado.Orientándose entre sí con bengalas de reconocimiento verdes disparadas a intervalos en el cielo, las puntas de lanza rusas se encontraron en la estepa abierta cerca de Sovietski con fuertes abrazos, una escena que fue reproducida en un fecha posterior para la propaganda soviética ante las cámaras de los noticiarios. Los intercambios festivos de vodka y salchichas entre los tripulantes de los tanques en ese momento no fueron filmados, pero eran bastante más genuinos.

Las noticias se difundieron rápidamente, con la frase «¡Estamos rodeados!». Ese domingo ,22 de noviembre,irónicamente,era para los protestantes el día de los difuntos . Sin embargo, al principio muchos no estaban preocupados al oír las noticias. Habían ocurrido cercos el invierno anterior, habían sido rotos, pero los oficiales mejor informados, al reflexionar con más profundidad, comenzaron a darse cuenta de que esta vez no había reservas que pudieran rescatarlos rápidamente. «Nos hicimos mucho más conscientes del peligro en que estábamos –recordaba Freytag-Loringhoven- de ser aislados muy adentro de Rusia en un extremo de Asia».La retirada alemana hacia el este a través del Don, de regreso a Stalingrado y alejándose del resto de la Luftwaffe, era en muchos sentidos peor que la retirada ante Moscú,en diciembre del año anterior.La nieve fina, dura y seca, se revolvía por la estepa, flagelando sus caras, sin importar cuánto levantaran los cuellos de sus abrigos contra el viento. Pese a las duras lecciones del año anterior, muchos soldados todavía no habían
recibido el uniforme de invierno. Las líneas de retirada estaban repletas de armas,cascos y equipos descartados.Entre el Chir y Klatskaia,en el Don,las ultimas avanzadillas rumanas estaban a punto de de caer.En menos de 96 hs,el Ejercito Rojo había logrado cercar a todo el VI Ejercito alemán.Sobre toda la URSS,los locutores de radio vocearon las increíbles noticias.Los nombres de Kalach y Sovietski se repitieron infinidad de veces y el pueblo se entero por primera vez del cerco de Stalingrado.Empezaba la revancha y la implacable venganza que llevaría al Ejercito Rojo hasta las puertas de Berlin tres años mas tarde.Saludos.                                                                                                                                        


Fuentes: "La Batalla por Stalingrado",de William Craig,y "Stalingrado",de Antony Beevor".


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